¿Qué nos queda a las víctimas después del abuso? ¿Quién cuenta nuestra historia? Si la memoria es creada desde lo vivido, la mía, la ligada al abuso sexual del que fui víctima en la niñez no existió en mis recuerdos hasta cumplir quince años. Un suceso que en un inicio se tornaría inexplicable y abstracto, pero al tiempo –asimilando la existencia del trauma– evolucionaría para convertirse en un gran hoyo negro que por años ha succionando sensaciones y recuerdos.
Cuando desaparecimos se concibe como una necesidad por mostrar lo que coexisten al interior después de un abuso: supresión de la identidad, falta de una construcción lineal en nuestra narrativa y la percepción de una no realidad, ¿realmente vivimos lo que recordamos?
Es así que desde el archivo familiar se reinterpretó el pasado através de imágenes digitalmente intervenidas desde la técnica del collage para crear, junto a elementos simbólicos, una radiografía visual de cómo mi violación unida a otra –de la cual no puedo hacer mención– afectaría el lazo rojo de mi familia quienes al tratar de omitir la existencia del abuso terminaríamos por rompernos de forma permanente.
Tú y yo éramos un cordón tomado desde dos extremos
Una por lado y la otra por el otro
A veces sólo te tuve a ti, como una madre, como un brazo, como una caricia o como mi propia voz, porque venimos de la misma piel, del mismo vientre y del mismo amor.
Pero nos soltamos...
Últimamente camino sola con mi cordón sujeto esperando que en algún momento lo tomes… pero sólo caminas sin verme, con las manos caídas a los costados y con la cabeza recta, como si me ignoraras, ¿qué acaso no me sientes? ¿Qué acaso no me oyes gritar? ¿Qué acaso no me necesitas?
Tú y yo sonreímos en un atardecer, cuando éramos niñas y yo siempre pensé que seríamos esa foto en donde no se ven nuestros rostros y aún así da la sensación de que éramos felices, ¿lo fuimos? ¿Fuiste feliz conmigo?
Aún después de tantos años sigo sintiendo la tela del vestido que traía; mi cabello lleno de tierra y yo sonriendo porque nos teníamos, porque éramos. Porque de una forma extraña yo te pertenecía y tú a mí. Como un amor puro: inquebrantable.
Y ahora sé que tú y yo nunca fuimos esa foto. Nunca fuimos la misma piel ni el brazo ni la pierna ni una madre y también sé que nunca volverás a tomar el cordón porque en algún momento te dejé caminar sola y nunca volteé a verte cuando me necesitabas y ahora todo parece muy tarde y tú ya no te quieres quedar.